viernes, septiembre 29, 2006

El Momento

Debo reconocerme que últimamente no levanto mucho la cabeza.
Puede ser porque me dedico a hacer camas, y las camas son literas. Ya se sabe, por seguridad.
El caso es que suelo mirar más al suelo que hacia el frente. Me miro los pies.
Un punto intermedio entre mirar a los demás y mirarme el ombligo.

Hipersensibilidad. Hay veces que os odio tanto que...
...no sé qué haría. De verdad, no sé si es el sol de este interminable fin de verano,
la humedad, la gente....la gente, todos tan parecidos a mí...todos...

Pero sucede. Sucede que en el momento que menos lo espero algo cambia y sucede.
Es un rayo de luz o una mirada o un ubicarme en el espacio de un modo determinado.
Sólo sé que sucede. Y es mágico. Y es lo único que me hace seguir con vida.
Es el instante en el que todo cobra sentido y me siento de verdad.

No se busca. Aparece y se va.
Y entonces sé que yo también soy un poquito dios.

miércoles, septiembre 27, 2006

Enjoy it

Nosotros que no sabemos...

Contar. Como contamos con los dedos.

La mañana se fue. Y entró una tarde mojada. Dejó el paraguas en la puerta y se sentó a la mesa.Nos miró a todos en silencio. Masticábamos su mala leche. Era algo que nos coartaba de tal manera que nadie hubiera hecho ningún chiste flojo por romper la cuarta pared, por mucho que esta sólo fuera de poliuretano.

Todos esperábamos impacientes que abriera la boca y desenrollara su kilométrica lengua bífida para acariciarnos los oídos. No lo hizo. Era este su castigo? Tintarse el pelo y mirarnos en silencio?

Una rata enorme quiso cruzar corriendo la sala. De un grandioso pisotón la detuvo bajo su pie. No la mató. La rata temblaba bajo su pie. NI siquiera gritaba. Sólo temblaba mientras sus ojillos rojos se esforzaban por salírsele del cuerpo. Levantó el pie. La rata no se movía. Sólo temblaba. De repente dio una patada en el suelo. La sala se congeló literalmente durante aquellos minutos. La rata corrió a esconderse todo lo rápido que pudo. No pudo ser mucho.

Del bolsillo izquierdo de la casaca color grana sacó un tenedor descomunal y lanzóselo. La rata quedó clavada al suelo. Se acercó tranquilamente. Desclavó su trofeo y lo llevó a la mesa. Sentose pues. Sacó un gran pañuelo amarillo lleno de manchas y se lo puso a modo de servilleta en el cuello. Del bolsillo derecho de la casaca color grana sacó un cuchillo igualmente descomunal y con exquisitos modales procedió a descuartizar y comerse al bicho.

Silencio en la mesa. Sólo cuando hubo terminado se levantó y nos miró del mismo modo en que el sol del mediodía de verano mira a los guiris recociéndose en la playa y se fué.

Ni una palabra. No importaban en absoluto. La diplomacia no le interesaba. Estaba vacía.
Contar. Como contamos con los dedos.

Cuando aún los tenemos todos.

martes, septiembre 26, 2006

Mantenimiento de la línea re.torcida

Alguna Laguna.
Eso es.
Esto es lo que hoy me voy a inventar.
Una Laguna congelada congelada para nadarmela todas las mañanas.
Y así bajar mis fiebres. Con tanta tontería ya he derretido todas las tazas del desayuno. El frigorífico se apaga con mi proximidad. La comida se hace mala. La leche hierve sólo con que acerque la mano.

Quemo, derrito,incinero...esto es un infierno. Lagunas de pies que no andas.
Kilómetros envejecidos peinando muertes de trenzas color mandarina.
Ojos como cantos rodados.

Y los niños de la calle jugando al fútbol.

Hoy ví a mi madre asomada a una ventana azul.
Sonreía.
Sólo eso debería hacer feliz al mundo.