viernes, octubre 28, 2005

Cuento para el último día de Octubre

Miiles de pequeñas lucecitas bajaban por la montaña.
En este no lugar las recuerdo como si fuera ahora mismo.
El sol cayéndose del cielo. El viento soplando. El frío de finales de Octubre.
Las luces reflejadas en el cristal de la ventana.

Te busqué dentro de mi memoria. Por un momento pensé que no estabas entonces allí.

Los fuegos reflejados en mis pupilas, muy dilatadas.
Ójala pudiera transformarme en animal y huir.
Eso es todo lo que vuestro imaginario cree que puedo hacer.
Los fuegos chisporroteando dentro de sus sucias camisas.

Te busqué en alguién allá afuera. Por un momento pensé que no estabas tampoco allí.

Ya vienen.
Están al caer la noche.
Sin dientes.
Hambrientos.
Al borde del camino.
Ya vienen.
Te cogerán a la fuerza.
Con miedo.
Eufóricos.
Grises las nubes se levantan.

El fuego de las antorchas quemándome en los ojos. Quemándome viva.

No sé dónde termino yo. Dónde empezais vosotros. Pero el límite ha de existir.
Te busqué en todos los rincones que mi pobre memoria pudo recordar.
Ha de existir.
Ha de existir.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hacía tiempo que esperaba que escribieses por aquí!¿te disfrazarás?seguro!

Dua

12:38 p. m.  
Blogger Cynthia Shuffer Mendoza said...

Estos dias los vivo con la prisa de un segundo alcanza a la hora.

Inquietante no?

Huye ahora,
bs
b!

10:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No puedo huir, los tengo atados al tobillo, sus gritos me hacen desear arrancarme mis oidos.
En otros tiempos hubiera roto la cuerda, pero ahora solo me preocupa escapar, solo me preocupa huir de esos gritos tormentosos.
Si simplemente pudiera desaparecer...

12:06 p. m.  

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